El valor terapéutico de escuchar

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Artículo de Sheryl McGavin, MBA, OTR/L, CST-D; autora invitada por John Upledger, DO, OMM
Extraído de la publicación «Massage Today«

Una de las principales enseñanzas que aprendemos en la Terapia Cráneo Sacral (TCS) es la importancia de confiar en la capacidad de nuestro cuerpo para autosanarse. El Doctor John Upledger nos habla sobre lo que él llama el “Médico Interior”, la inteligencia innata del cuerpo, que conoce exactamente lo que necesita para su curación.
Pero para seguir esta enseñanza y confiar en las propiedades de los mecanismos autocurativos del cuerpo, primero tenemos que aprender a escuchar.
De hecho, después de muchos años practicando y enseñando TCS, hemos llegado a la conclusión de que escuchar es la competencia más importante para desarrollar nuestras habilidades terapéuticas; para desarrollar la capacidad de palpar los movimientos más sutiles del sistema cráneosacral y de ayudar a más clientes a aliviar el dolor o cualquier disfunción que padezcan.
Cuando hablamos de escuchar, lo hacemos en el sentido terapéutico y no solo con los oídos. Hablamos de escuchar con nuestras manos y con todos los sentidos. Es cierto que la definición más común se centra en el sentido del oído, pero pensemos qué pasa cuando aplicamos el mismo concepto en el sentido del tacto.
Partiendo de las definiciones tomadas del diccionario, veamos qué pasa cuando substituimos los términos aplicados al sentido del oído, por términos aplicados al sentido del tacto.
Escuchar (Verbo):
prestar atención con el oído; atender cuidadosamente con el propósito de oír.
Substitución: prestar atención con las manos y receptores táctiles; atender cuidadosamente con el propósito de sentir.
prestar atención, obedecer.
Substitución: prestar atención, obedecer a la información sensorial recibida a través de las manos.
esperar atentamente un sonido.
Substitución: esperar atentamente una sensación.
Pensemos en qué término tienen en común estás definiciones: la atención.
Profesores y profesionales de muy distintas áreas (por ejemplo en liderazgo, en resolución de conflictos, en gestión, etc.) muy a menudo describen como técnicas el “prestar atención a algo” o “escuchar atentamente al orador” para poder absorber toda la información que está siendo compartida . También manejan tácticas específicas para mejorar la escucha, como esperar a que el orador termine o escuchar atentamente sin que otras cosas interfieran, como estar pensando nuestra respuesta o estar juzgando lo que nuestro interlocutor dice.
Cuando se escucha atentamente y prestamos toda nuestra atención al otro, no hablamos: Estamos recibiendo información. Es en ésta información donde descubriremos como responder apropiadamente. Escuchar es la fase de la comunicación en la que verdaderamente podemos aprender de la otra persona.
Asimismo, cuando tocamos el cuerpo de un cliente, éste comparte información con nosotros sobre su estructura, funciones y salud. Hemos de usar nuestras manos de la mima manera que cuando escuchamos con los oídos: dando al cuerpo toda nuestra atención sin hacer nada más como juzgar o pensar en una respuesta. De esta manera podremos escuchar lo que el cuerpo está diciendo, y seremos capaces de seguir sus directrices para acompañar a nuestro cliente en su proceso de autocuración.